Que ricas unas palmeritas de mantequilla para merendar con un café,
a mi siempre me apetecen, además te comes una y no puedes parar.
No se si es el hojaldre crujiente o el sabor de
la mantequilla que se funde en la boca, pero que vicio.
En mi casa vuelan y si alguna vez tengo una visita que no esperaba,
casi, que mientras preparo el café y caliento la leche, se hornean y
recién hechas están de muerte.
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